11.5.09

Fem

Todo era novedad. El cable, la televisón, la antena, el reproductor, la música, la cámara. Se que decidimos registrar cualquier detalle, cualquier segundo. Nada podía escaparse, sabiamos que acabaría pronto. No era un sueño, era real. Tenía vida. Pero no podíamos extenderla por mi esquizofrenia, tu neurosis, mi obsesión, tu paranoia, la depresión de ambos. Cruel, pero la esencia de la perversión era nuestra propia bondad. En ella naciamos para seguir con la muerte.

Al aprender tu nombre comencé a preguntarme que era ser un discipulo. El maestro selecciona a sus discipulos. El maestro de la muerte, porque contigo se muere varias veces a la mañana y varias veces a la tarde.

Ahora veo esas imágenes. Eres eso, imágenes.
Mientras, en mi circulan los electrocutazos; ese gran electroshock del momento en el que me creaste.

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